martes, 22 de julio de 2014

LA BICICLETA DE GINO BARTALI



Gino Bartali murió en el año 2000 sin que nadie supiese su verdadera historia, la del corredor grandioso que dedicó dos años de su existencia a salvar la vida de ochocientos judíos…

Para ello se valió de su bicicleta donde escondía la documentación necesaria para sacarlos de Italia. Y así, bajo la apariencia de simple entrenamiento, llevaba los papeles de un lado a otro…





Nadie sospechaba en aquel momento de uno de los grandes mitos del deporte italiano, del hombre que había conseguido darle a Mussolini el Tour de Francia en 1938…

Gino Bartali escondió su secreto durante casi sesenta años. En el año 2000 se fue a la tumba con él y solo un descubrimiento casual permitió conocer la dimensión humana que uno de los grandes ciclistas del siglo XX alcanzó durante la segunda guerra mundial…



Nacido hace cien años, el 18 de Julio de 1914 en la Toscana, en el seno de una familia humilde, que se dedicaba a trabajar en el campo, Bartali comenzó a correr gracias a que su padre le encontró trabajo en un taller de reparación de bicicletas. Su dueño contento por el trabajo de Gino, le regaló una y le animó a que se entrenase…

A partir de ahí, las escarpadas carreteras de la región fueron su espacio natural, el lugar en que maduraron sus piernas que rivalizarían con las de Coppi en el duelo que dividió a Italia, años después…




Pero antes de que Coppi: -El campionissimo- y él protagonizaran algunos de los duelos más grandes de la historia del ciclismo, Bartali estaba considerado como el ciclista del régimen de Mussolini. El Duce, en su delirio, soñaba con ver a un italiano derrotando a los franceses en el Tour y todas las miradas se volvieron hacia Bartali, que en 1936 ya se había adjudicado el triunfo y era una celebridad en todo el país…

En 1937 una caída frustró su misión. Había comenzado a brillar en la montaña, pero en el descenso del Col de Laffrey se ganó el sobrenombre del monje, debido a sus profundas convicciones religiosas…




En 1938 cumplió con el sueño de Mussolini aventajando al segundo clasificado en más de veinte minutos. Cuando la carretera se empinaba, cuando el calor y el polvo secaban la garganta, Bartali no encontraba rival…

Pero la segunda guerra mundial le dejó sin los años en que se podría haber labrado un porvenir espectacular, cuando Coppi era un joven meritorio que corría a su lado…




Lo que nadie imaginaba, es que en aquellos oscuros años Bartali, uno de los símbolos del partido nacional fascista, era en realidad uno de los personajes clave de una organización dedicada a salvar la vida de los judíos italianos, a los que los alemanes querían enviara a sus hornos crematorios…

Gino Bartali seguía entrenándose y realizaba largas sesiones de entrenamiento por las carreteras de la Toscana o Umbría…




Nadie podía suponer que en el cuadro de su bicicleta o debajo del sillín transportaba documentos y pasaportes destinados a los judíos que se escondían en algunos de los monasterios italianos…

Bartali no despertaba demasiadas sospechas pese a que la guerra impedía cualquier competición y resultaba extraño ver a alguien entrenándose en aquel ambiente. Corría con ropa en la que se leía su nombre, lo que le permitía recorrer kilómetros recibiendo los saludos efusivos de los soldados italianos, para los que era un auténtico ídolo…




Y cuando una patrulla alemana lo detenía la respuesta era sencilla: -“Sigo trabajando para las carreras que vendrán después”- y lo dejaban marchar…

Los ejércitos se habían acostumbrado a ver pasar a Bartali de un lado a otro en su bicicleta, subiendo y bajando montañas. Cambiando continuamente de ruta. Era el correo perfecto…




En los conventos y monasterios la red organizada por Giorgio Nissim, con el apoyo de varios arzobispos, se dedicaban a elaborar los pasaportes destinados a salvar la vida de cientos de judíos y que Bartali transportaba jugándose la vida en aquellos viajes por las carretas que conocía como nadie, pero que le podían deparar una sorpresa desagradable en cualquier momento…

Durante 1943 y 1944, el corredor Toscano, el beato Bartali se dedicó a esa misión sin que nadie lo delatase…




Acabó la guerra y aquellos entrenamientos con muchos kilómetros, aún le valieron su carrera deportiva, porque con 32 años pudo ganar en 1946 el Tour de Francia y en 1948 con 34 años se apuntó una demostración colosal de montaña, ya que se impuso en siete etapas, de aquella edición…

Bartali se retiró a su tierra, y durante cincuenta años no dijo nada de su trabajo para ayudar a los judíos que habitaban Italia. Durante décadas quedó sobre él, la etiqueta de haber sido el corredor de los fascistas. Peo no le importó…




Murió en el año 2000. El mundo descubrió su magnitud en 2003 cuando los hijos de Giorgio Nissim encontraron un viejo diario de su padre, en el que detallaba la forma en que funcionó la red clandestina dedicada a conseguir documentos que salvasen la vida de los judíos…

Allí en aquellos papeles, se explicaba minuciosamente los viajes que hacía Bartali, los kilómetros que recorría, los papeles que escondía en su bicicleta y sobre todo, lo abnegado de su dedicación a la causa…




Los Nissim contaron lo que su padre escribió y entonces comenzó a cobrar sentido tanto entrenamiento en una época en la que costaba ver a un ciclista recorrer una carreta italiana…  


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