viernes, 18 de julio de 2014

EL JUDÍO ERRANTE



Cuando uno anda en el camino suele encontrarse con ciertos personajes de manera recurrente, y sin andarlos buscando. Hace muchos años me topé, por primera vez, con “El Judío Errante” y me llamó la atención por sus características dentro del folclor más que de mitología. Tomé interés en él y desde entonces ha aparecido con relativa frecuencia en los relatos que escucho. Jamás se me ocurrió que tan oscuro y misterioso personaje, mensajero de calamidades, tuviera nombre y, por ello, tampoco se me ocurrió investigar.


El otro día,  por azares del destino, descubrí que se llama Ashaverus y ahora sí fue tiempo de buscar más información sobre él. Con sorpresa aprendí que también se le conoce como Buttadeu, Joseph Cartaphilus, Micho Ader y Cortafilo Y Su leyenda ha dado pie a un buen número de obras literarias, teatrales y ha sido llevada al cine.


Es obvio que desde la primera vez que supe de él comprendí que se trataba de un personaje legendario surgido con el cristianismo; ahora sé que no solamente eso sino que su figura ha sido utilizada reiteradamente como un recurso antisemita que hasta en leyendas tenebrosas aparece.


Según los estudios sobre sus orígenes, existen dos vertientes de la leyenda del Judío Errante, una occidental y otra oriental, y en ambas, como en la mayoría de las versiones que se cuentan, es un personaje que se burló de Jesucristo y lo golpeó cuando éste iba al calvario.


Lo interesante para reflexión es por qué Jesucristo, siendo bondadoso y lleno de virtudes, maldijo a dicho personaje y lo condenó a vagar hasta el fin de los tiempos.


Veamos a continuación una leyenda que escuché en Villa Hidalgo, SLP y se publicó en el libro de Mitos y leyendas del Altiplano potosino, en la cual la narradora dijo que el Judío Errante se llamaba Samuel:


Cuentan que el día en que Jesucristo era conducido al calvario para su crucifixión, a un lado del camino había un viñedo muy bonito, muy fresco. Al pasar por ahí tuvo un desmayo, tanto por el calor y el sol calcinante, como por la pesada cruz que llevaba a cuestas y por el hecho de andar descalzo. La persona encargada del viñedo se llamaba Samuel y en ese momento estaba descansando plácidamente bajo la sombra de un emparrado. Entonces, Jesucristo le pidió agua, diciéndole:

-“Dame un poco de agua, por favor”-

-“No, mejor vete porque la gente está esperándote y quieren verte crucificado”– le respondió Samuel.

—“Bueno, déjame descansar un poco aquí en la sombra“– le pidió Jesucristo.

—“No, tampoco. Sigue tu camino para que te crucifiquen”– contestó Samuel.

—“¿Al menos, podrías prestarme tus sandalias? La tierra está caliente y me han salido ampollas en los pies”-

—“No, ni a eso tienes derecho. La crucifixión es tu destino”-

Ante las tres negativas de este hombre, al proseguir su camino al calvario Jesucristo le dijo:

—“Bueno, tú andarás errante hasta la consumación de los siglos”-

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