Se
cuentan muchas historias de hombres machos y celosos, pero ésta historia que se
difundió en San Andrés Tuxtla, es especial.
Se dice
que había un señor muy macho que no dejaba salir de su casa a su mujer, no
quería que nadie la viera porque enseguida lo invadían los celos, temía ser la
burla del pueblo, ponía especial cuidado en su reputación y no se arriesgaba a
que su esposa anduviera en boca de todos.
-“No
tienes nada qué hacer allá afuera; tu trabajo está acá adentro, en la casa.
Además, ¿para qué quieres salir? Vas a espantar a todos con esa cara de bruja”-
Así
hablaba el hombre y su esposa nada más se reía porque él no estaba tan
equivocado; la mujer tenía poderes de bruja y por las noches se convertía en
cochina. En cuanto su marido se dormía, la vieja se transformaba y salía de la
casa.
Todas las noches iba a pasear por el pueblo, tranquilamente, sin que su marido se enterara. Un día, a la mujer se le ocurrió entrar a merodear en la casa de un señor más gruñón que su marido; cuando el señor descubrió a la cochina, agarró el machete y le rebanó una nalga.
Todas las noches iba a pasear por el pueblo, tranquilamente, sin que su marido se enterara. Un día, a la mujer se le ocurrió entrar a merodear en la casa de un señor más gruñón que su marido; cuando el señor descubrió a la cochina, agarró el machete y le rebanó una nalga.
La
cochina salió corriendo y regresó a su casa muy asustada.
A la
mañana siguiente, el hombre descubrió que a su mujer le faltaba una nalga...
-“No sé
–dijo la mujer- ni cuenta me di, pa’mí que alguien me embrujó”-
El hombre
salió a buscar ayuda y en el camino se encontró al señor gruñón, que era su
amigo.
Se
saludaron y el hombre gruñón le contó al marido celoso lo que él nunca hubiera
querido escuchar:
-“Anoche
entró una cochina mañosa a mi casa y le rebané una nalga”-
El marido
celoso volvió corriendo a su casa, e iba decidido a golpear a su mujer.
Llegó a
su casa pegando de gritos, y cuando abrió la puerta, una cochina salió
corriendo a toda velocidad; el marido buscó a su esposa pero nunca la encontró.
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