Esta leyenda me la contó
Mati, mi amiga, y ahora yo se la cuento a usted.
Nosotros los huastecos
creemos que existen personas de “corazón fuerte” – los ancianos, los curanderos
y los brujos- que tienen la capacidad de enfermar a otras, por ejemplo a los niños
y a los que tienen un “corazón débil”.
Pues resulta que Mati tenía
un novio, Miguel que se llamaba, y que por mala suerte tenía el “corazón
débil”.
Un día, Miguel estaba en la
plaza recargado en el quiosco, cuando se le acercó un señor que él no conocía
para preguntarle dónde estaba la cooperativa ejidal.
El hombre se le quedó
mirando con una fuerte mirada de sus ojos garzos, y como era de “corazón
fuerte” le chupó la energía a Miguel.
A poco rato, Miguel se fue a
su casa, almorzó y, de pronto, empezó a sentirse mareado, con el pulso muy
fuerte y agitado, le dolía el estómago, le dio diarrea y empezó a comportarse
como loco.
Inmediatamente su madre,
doña Gloria, fue por el curandero.
Al ver al paciente y
revisarlo, don Tomás dijo que una persona de “corazón fuerte” le había chupado
la energía a Miguel que lo tenía débil.
En seguida, Tomás tomó de su
morral unas hojas de k’on k’ach Cissampelos Pareira y comenzó a “barrer” con
ellas a Miguel, a fin de remover la enfermedad.
A continuación, don Tomás
agarró las hojas, las trituró, y las revolvió con agua.
Entonces, se formó una
sustancia gelatinosa, prueba irrefutable de que el diagnóstico era correcto.
Pero el corazón de Miguel era sumamente débil, y a los tres días murió, en
medio de dolores, deposiciones y medio loco.
Mati lo lloró mucho y juró
nunca casarse con nadie.
La enfermedad y la curación
forman parte de la cosmovisión huasteca.
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