Una leyenda de
los indígenas chinantecos del estado de Oaxaca nos cuenta que tres hombres
vivían en un pequeño pueblo de la región chinanteca.
Los tres eran muy amigos y los unía el
hecho de que ninguno hablaba la lengua española.
Como el hecho de ignorar el castellano
les dificultaba su relación con los mestizos, decidieron ir a la ciudad más
cercana para ver si encontraban un maestro que les enseñara a hablar “castilla”.
Un buen día emprendieron el
camino a pie.
Cuando iban caminando se toparon con
algunas personas que hablaban en español, y los tres pararon la oreja. Entonces
pescaron una frase que había dicho un señor. La frase era: -“¡Nosotros fuimos!”-
Uno de los amigos les dijo a los otros: -“¡Oigan, acuérdense bien de la frase,
no la olviden!”- Y los tres se pusieron a memorizarla.
Siguieron su camino. De pronto, se
toparon con una mujer y su esposo que
platicaban con unos parientes, la mujer dijo: -“¡Porque quisimos!”-
Rápidamente, los tres amigos se voltearon a ver y decidieron recordar
perfectamente la frase en español, y los tres repitieron: -“porque quisimos”-
Continuaron su camino, y tiempo
después se encontraron un grupo de
personas que estaba en gran palique. Oyeron que una de ellas dijo: -“¡Será lo
mejor!”- Y otra vez los amigos decidieron memorizar la frase que repitieron
varias veces para que se les quedara grabada.
Siguieron caminando durante una hora
hasta que llegaron a un pueblo. Al pasar por la plaza del quiosco vieron a
algunas personas que observaban el cadáver de un señor que estaba tirado
en el suelo. Se acercaron al grupo y entonces oyeron a un policía que
preguntaba en español: -“¿Quién mató a este hombre?”- Uno de los amigos para
presumir que entendía el castellano se apresuró a contestar: -“¡Nosotros
fuimos!”- El policía se volvió a verlos y cuestionó: -“¿Por qué lo hicieron?”-
Y el segundo amigo replicó: -“¡Por que quisimos”-
Azorado, el policía dijo: -“¡Pues tendrán
que ir presos a la cárcel”- A lo que el tercer amigo exclamó: -“¡Será lo mejor!”-
Inmediatamente fueron aprendidos y,
ante su sorpresa, ¡metidos en prisión! Y todo por no saber “castilla” y querer
presumir de lo que no se sabe.
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