Esto me sucedió a mí cuando
me encontraba en la fase más aguda de mi problema neurológico que me ocasionó
una parálisis facial cuya duración rebasó el año y me dejó secuelas horribles,
que hasta ahora perduran.
Una noche yo estaba dormida,
y de repente empecé a oír una voz que decía:
– ¡Blondy, Blondy!
La voz me despertó, y aun
así la seguí oyendo:
– ¡Blondy, Blondy!
Reconocí que era la voz de
mi papá. Ahora bien, la voz no venía de un lugar preciso, sino que abarcaba
toda la habitación; se oía en toda la habitación, exactamente como se oye la
música en los supermercados.
Entonces me dije: -¡Bueno,
pues es la voz de mi padre! y me volví a dormir. Al otro día me puse a pensar
que si era la voz de mi papá, posiblemente “blondy” era la clave de algún
mensaje que me quería enviar, pues él había muerto hacía poco tiempo.
– ¿Qué puede ser “blondy”?,
me pregunté, el nombre no es muy común, suena como un nombre extranjero, como
inglés sobre todo.
Bueno, puede ser una
medicina; a lo mejor me está aconsejando acerca de una medicina que debo tomar
para curarme.
Fui a consultar el
Vademécum, el diccionario de medicinas. Empecé a buscar todo lo que fuera
Blondi, o Vlondi, b grande, v chica, y griega, i latina;
en fin, palabras que fueran exactas o parecidas a blondy. No encontré nada.
– Bueno, entonces qué puede
ser. A lo mejor es un doctor.
Acudí al directorio
telefónico, estuve viendo todos los doctores, todas las páginas de los
doctores: nada.
Vi todas las páginas de
especialistas y tampoco encontré nada. Blondy no era nada.
– Bueno, pues ni modo. Sería
nada más una coincidencia o qué sé yo, no es nada.
Pasó el tiempo, bastantes
meses. Entonces un día mi mamá y mi hija se pusieron a consultar a la ouija
haciéndole preguntas.
Habían invocado al supuesto
espíritu de mi papá. De repente, sonó el teléfono y yo contesté, era una
llamada para mi hija y le dije:
– Nektli, te llaman.
Dejó la ouija, se fue al
teléfono y yo tomé su lugar. Se me ocurrió preguntarle a mi padre cual era el
significado del mensaje que me envió:
– Dime, papá, ¿quién es o
qué es Blondy? La ouija respondió:
– Es un ángel.
-¡Ah, un ángel!
– Sí, es tu ángel guardián.
-¿Y de dónde es Blondy?
– Nació en Beirut.
– ¿En qué año murió?
– 1828.
– ¿Y de qué murió?
– De luz negra
– ¿De luz negra?, ¿Y qué es
eso?
– Cáncer.
Desde entonces el misterio
más o menos se aclaró, porque sé que Blondy es un ángel que nació en Beirut, y
es mi ángel de la guarda, incluso le he visto. Es joven, muy joven; tiene el
pelo muy negro y rizado con un brillo extraordinario; su cutis es muy blanco,
marfileño, sus ojos verdes como la malaquita; va vestido con una simple túnica
blanca y sandalias de cuero con incrustaciones de pequeños cantos rodados.
Es un joven sumamente bello
al que tiendo a olvidar muchas veces, sin acordarme que puede ser beneficioso
para mí.
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