Se
cuenta que en el domicilio que se ubica en Calle Galeana 1976, cerca de lo que
es hoy el puente sobre la avenida ayuntamiento. Vivía un matrimonio con su
pequeño hijo.
Hubo
un tiempo en que el pequeño se mostraba sumamente nervioso y preguntaba a sus
padres -¿Quién juega
y llora en la azotea todas las noches?- los padres no le tomaban ni la más
mínima importancia, y decían: -ha de ser un gato ¡duérmete!-
El
pobre niño despertaba a media noche, asustado, porque sobre el techo de su cama se escuchaban gemidos, y el sonido de una lata rodando
continuamente de un lugar a otro. Llamaba a sus padres, pero estos desde su
habitación le ordenaban volver a dormir. Incluso intentaba dormir con ellos,
pero también se lo impedían.
Una
de tantas ocasiones, el matrimonio fue despertado a mitad de la noche por un
grito de terror proveniente de la habitación del niño,
y después de eso no pudieron encontrarlo por ningún lado. Dieron aviso a las
autoridades y al siguiente día, al volver a casa después de un largo día
buscando a su hijo, ven un bote atado con un lazo colgar de la azotea.
Con
algo de enojo el hombre sube a la azotea, y ve otro bote tirado sobre el techo
de la recámara de su hijo, al acercarse ve a su hijo en un rincón, sentado en
cuclillas, abrazando sus piernas, tiene el cuerpo totalmente arañado y su
rostro muestra un gesto de infinito terror…
¡Sin vida!
El
matrimonio se mudó, pero en su nuevo hogar, a media a noche los despertó el
sonido de un bote rodando en la azotea, y parado frente a su cama, vieron a su
hijo diciendo: -Me asusta el ruido de allá arriba-
Después
de eso no lo volvieron a ver, pero cada año en el aniversario de su muerte, se escucha el ruido del bote y el llanto del niño.
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