Entre los pueblos zapotecos
de Oaxaca circula una leyenda que nos habla de un terrible demonio femenino
llamado Matlacigua, a la que también se la conoce con los nombres de María
Sánchez y La Llorona.
Se trata de un demonio-mujer
sumamente malo que goza haciendo pecar a los seres humanos y produciéndoles
todo tipo de enfermedades, como por ejemplo la pérdida del alma.
Puede transformarse en
cualquier animal para llevar a cabo sus fechorías. Pero María Sánchez prefiere
presentarse en forma de una mujer muy bella.
En un poblado zapoteco de
Oaxaca vivía un guapo muchacho llamado Pedro Benítez. Era hijo de don Gregorio,
artesano que trabajaba el barro y que todo el pueblo admiraba por su destreza
para elaborar objetos de cerámica.
Don Gregorio quería que su
hijo siguiera sus pasos y se dedicara al oficio de ceramista, pero Pedro, a
pesar de que contaba con muchas capacidades artísticas, no tenía disciplina y
se dedicaba a las mujeres.
Todos en su comunidad
conocían su afición por las mujeres, tenía fama de mujeriego.
Las muchachas lo admiraban y
propiciaban sus cortejos, encantadas de que el guapo joven les hiciese la corte
y algo más.
Don Gregorio sufría mucho
por esta afición de su hijo por las mujeres y el alcohol, y no pasaba día en
que Pedro llegase a la casa paterna medio pasado de copas Su padre estaba
cansado de tal comportamiento que más de una vez había metido en líos al hijo,
el cual no respetaba a ninguna muchacha que le gustara.
Todos los días su padre le
advertía que iba por mal camino, y que algún día se iba a meter en una seria
dificultad. Pero Pedro hacía oídos sordos.
En cierta ocasión, Pedro fue
a un pueblo cercano al suyo. Después de haber pelado la pava con la joven en
turno, y de haber ido a la cantina con sus amigotes, pasada la medianoche decidió
irse a su casa.
Tomó camino, y empezó a
andar muy quitado de la pena y un tanto mareado por los mezcales ingeridos. De
pronto, vio que por el camino se acercaba una bellísima mujer vestida de blanco
y con el cabello muy negro que le llegaba hasta las corvas.
Fascinado, el joven la
espero, seguro de que tendría una nueva aventura. Cuando la mujer llegó hasta
Pedro, su fisonomía fue cambiando hasta que se convirtió en una asquerosa mujer
con cuernos quien, rápidamente, tomó el pene de Pedro y se lo arrancó.
El joven herido salió
aullando para su casa, al tiempo que comprendió que se le había aparecido la
terrible Matlacigua.
Pedro no soportó vivir
castrado y un día decidió suicidarse tirándose de un barranco.
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