Cuenta una leyenda que en la
carretera vieja que va desde el Distrito Federal a la Ciudad de Cuernavaca,
Morelos, por las noches se ve circular un automóvil rojo.
En él van varias mujeres
jóvenes, con aspecto de mujeres galantes.
Este fantasmagórico carro,
dicen los que lo han visto, también se aparece en diferentes lugares de la
Ciudad de México, y en lugares muy apartados entre sí.
Las mujeres transitan en
dicho automóvil son muy bellas, van vestidas con ropa llamativa y atrevida, como
si fuesen o salieran de una fiesta.
Gritan y cantan felices de
la vida, pareciera que se hubiesen tomado unas cuantas copas de más.
Cuando en su recorrido por
la carretera o por las calles de la Ciudad de México encuentran uno a varios
hombres, con palabras y gestos obscenos lo invitan a subirse al carro rojo, que
por cierto es muy elegante.
Las mujeres son tan bellas y
sus actos provocativos tan sexuales que pocos son los hombres que logran
substraerse a la invitación.
Una vez que el hombre ha
subido al carro rojo, desaparece por varios días, hasta que por casualidad su
cuerpo es encontrado a la orilla de la carretera o en la cuneta de alguna de
las calles citadinas.
Cuando el cuerpo es revisado
en la Morgue, se le encuentran tatuadas señales, símbolos y dibujos que hacen
pensar que esas mujeres pertenecen a alguna secta diabólica, y que la víctima
ha sido objeto de ceremonia y rituales pavorosos, aun cuando ningún hombre ha
sobrevivido para contarlos.
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