Naica es una ciudad del
estado norteño de Chihuahua situada en el Municipio de Saucillo y dedicada a la
minería desde el siglo XVIII. Aparte de su destacada producción de plomo y de
su famosa Cueva de los Cristales de Selenita, es conocida porque es una ciudad
maldita plagada de brujas que se la pasan haciendo daño a los sufridos
mortales.
Si las personas no toman
las debidas precauciones y se recogen en sus casas antes de la diez y media de
la noche, es muy posible que se arrepientan de por vida, si es que la
conservan.
Las brujas, esas malas
pécoras, salen de las minas abandonadas en forma de bolas de fuego voladoras,
para llevarse a las niñas.
Monserrat era una
muchacha rubia, espiritual, frágil, delgada y etérea como un nebuloso
ectoplasma que vivía en Naica. Obediente y dulce, todo el pueblo la apreciaba y
la quería, sus padres la adoraban.
Tenía la niña la
costumbre de llevar siempre una camelia en el pelo. Pesar de su corta edad,
pues solo contaba con diez y seis años, trabajaba en la panadería de don
Isidoro, un español panzón y apestoso que había llegado a la ciudad de Naica
deseoso de “hacer la América” y lo había logrado.
Monserrat era la
encargada de hacer el pan de bizcocho en la panadería, pues habilidad no le
faltaba ni tampoco conocimientos que adquirió de su abuela doña Catarina, buena
repostera ya fallecida.
Monse, como la llamaban
de cariño, salía de su trabajo a las nueve de la noche y se dirigía
tranquilamente a su casa. Una noche de Luna llena, Monse se desvió un poco de
su camino acostumbrado, para ir al lago a ver cómo la Luna se reflejaba en su
superficie.
Tan extasiada se
encontraba gozando del espectáculo que se olvidó de la hora. Cuando tomó
conciencia de su impertinencia, la campana de la iglesia sonaban las doce de la
noche.
Montserrat observó que
de las montañas mineras se desprendían bolas de fuego que se acercaban
rápidamente a la ciudad, trato de corregir pero no pudo, una de las bolas se
acercó a ella, se transformó en una horripilante y repugnante bruja que la tomó
por la cintura, le mordisqueo el cuerpo y se la llevó.
Nunca nadie supo más de
Monse, pero todos sabían que las brujas se llevaban a las mujeres jóvenes para
convertirlas en futuras brujas.
Ese fue el horrendo
destino de la panaderita, confirmado cuando cerca de lago encontraron una
camelia marchita… Monse se había convertido en una espeluznante bruja de Naica.
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