En el
año de 1900, los pobladores de El Tuitan, en el Municipio de Jalpa, Zacatecas,
decidieron llevar a un sacerdote a la nueva capilla del santuario para que
oficiase misa en honor a la Virgen de Guadalupe.
El 12 de
diciembre el cura esperó desde las cuatro de la mañana a que fuesen a buscarle,
pero nunca llegó nadie.
Entonces,
se puso los hábitos, tomó el recipiente de las hostias, y emprendió el camino
hasta la capilla.
Empezó a
subir los empinados montes alumbrándose con una lámpara.
Pero en
un tramo sumamente difícil, el fraile se tropezó y las hostias se desparramaron
por el polvoso suelo, presuroso siguió su camino dejándolas tiradas, y llegó a
al santuario cuando sonaba la última campanada llamando a misa.
Poco
tiempo después, al sacerdote lo cambiaron de lugar, en donde permaneció hasta
que se hizo viejo y se murió. Al morir se fue directamente al Cielo donde San
Pedro lo estaba esperando para explicarle que tenía una deuda pendiente en la
Tierra.
Desconcertado,
el religioso le replicó a San Pedro con humildad, que siempre había sido un
buen sacerdote, que nunca había faltado a sus votos y que había cumplido
con sus obligaciones formalmente.
Entonces,
San Pedro le dijo que se acordara de Jalpa y del accidente que había tenido
cuando se dirigía al santuario de la Virgen a oficiar misa, hacía ya varios años.
Como
penitencia San Pedro le dijo que era necesario que todos los días fuera a la
Tierra a buscar las hostias que había dejado tiradas en el camino, ya que el
haberlas dejado era un terrible sacrilegio.
Cuando
las encontrara podría entrar al Reino de los Cielos.
Así
pues, cuenta la leyenda que desde entonces, el descuidado sacerdote llega al
lugar donde se tropezó y busca desesperado las hostias. Los habitantes de Jalpa
aseguran que se ve el alma del cura penando por los montes, con una lámpara en
la mano busca frenético las hostias olvidadas.
La
conseja popular afirma que si se quiere ayudar al sacerdote a entrar al Cielo,
vaya uno a buscar las hostias perdidas para entregárselas, y así deje de andar
como alma en pena asustando a las personas que tienen la desgracia de toparse
con él.
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