Una muchacha maya llamada
Pikit, Abanico, un día se fue a pasear a las orillas de la selva.
De repente le salió Sac
Muyal y, sin pensarlo dos veces, se la raptó. Ki’ikmakkun, Alegría, era el
novio de la muchacha, y al no encontrarla en todo el día, temió lo peor y fue
en su búsqueda.
En sus andares por el campo
se encontró con una Serpiente que le dijo que si le sacaba sangre y se la bebía
lo ayudaría a encontrar a la joven.
Caminaron ambos, pero la
Serpiente se quedó dormida y el joven tuvo que pegarle con un palo para que
volviese a reptar.
Poco después, se encontró
con un monte al que no pudo subir; en eso se topó con una Anciana que le dijo
que le arrancara un cabello y lo tirara para formar un camino por el cual
podría subir el monte. Así lo hizo Alegría y subió tranquilamente.
Cuando llegó a las orillas
de un lago en la cima del monte, salió un Venado que le dijo que arrojase una
piedra para poder cruzarlo; la aventó y, en seguida, se transportó al otro lado
del lago.
Ahí se le apareció una
hermosa águila que le indicó que se llevara una de sus garras. Al llegar a una
anona, a Ki’ikmakkun le cayó una gota de savia en los ojos y quedó ciego.
En eso apareció un
Escarabajo le dio una bolita de tierra y le dijo que se la restregara sobre los
ojos. Hecho lo cual el muchacho recobró la vista.
Siguió su camino y llegó
hasta una cueva donde se encontraban la Serpiente, la Anciana, el Venado, el
Águila y el Escarabajo.
La Anciana dama tomó la
palabra y le dijo que su viaje había terminado, que entrase a la cueva y ahí encontraría
a Pikit. Venado le ordenó que la tocase con la piedra, águila lo instó a que
hiciese lo mismo con la garra, Escarabajo le recomendó frotarle la bolita de
tierra por los ojos y, finalmente, Serpiente le aconsejó mojarla con el agua de
la calabaza. Ki’ikmakkun hizo lo que le dijeron, y enseguida perdió el
conocimiento.
Cuando al fin despertó, el
joven tenía en sus brazos a Pikit la que había sido raptada por el horrible Sac
Muyal, el espíritu malvado.
1 comentario:
Señor Francisco, he visto su blog y me di cuenta de que muchas de las leyendas que aparecen en su página son de mi autoría y usted no me ha dado el crédito correspondiente ni a la página donde he trabajado por muchos años y cuyo propietari es el señor Marcos Reina. Lo cual realmente me parece inconcebible.
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