Esta escalofriante leyenda
sucedió en un edificio que alberga oficinas, situado en la Avenida López Mateos
en Aguascalientes.
El relato nos cuenta que en
cierta ocasión una muchacha y un señor se quedaron a trabajar hasta pasada la
hora de salida.
Se juntaron a las puertas
del elevador y pulsaron el botón para bajar a la planta baja; pero en vez de
ello, el ascensor subió al piso siguiente que se encontraba clausurado.
Ambos se extrañaron. Cuando
llegó al piso cuarto, oyeron las risas de un niño y el sonido característico de
que estaba jugando con una pelota. Las puertas de ascensor no se abrieron. De
repente, el elevador empezó a descender.
Cuando llegaron a la planta
baja, le dijeron al velador lo que habían escuchado.
Éste les informó que se
trataba del espíritu de un niño que había muerto ahí a manos de un guardia de
seguridad que le había confundido con un ladrón al verlo salir de repente
lanzando espeluznantes gritos. Asustado, el guardia le había disparado un
balazo.
Desde entonces, todas las
noches se aparecía el desdichado niño, jugaba con su pelota y reía
estentóreamente.
El velador les relató que
muchos empleados también habían visto algo, pues a veces la pelota se le caía
al infante por las escaleras.
Los que la veían notaban que
la pelota tenía marcadas con fuego las manitas del niño. Los que habían visto
la pelota habían renunciado a su empleo, pues sabían que atrás de la pelota iba
el niño-fantasma que tanto miedo les producía, y del cual se decía que si uno
llegaba a verlo enfermaría del susto hasta morir por el niño-fantasma que tanto miedo les producía, y del cual se decía que si uno
llegaba a verlo enfermaría del susto hasta morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario