A Rigoberto Tolentino, joven
nahua de Santa Ana Tlacotenco, Distrito Federal, le gustaba tocar el trombón.
Empezó su aprendizaje
musical desde niño, desde que pudo cargar el instrumento.
Así, a los diecisiete años
ya formaba parte de la banda del pueblo y era alabado por todos por su
maestría.
Pero no solamente tocaba en
la banda, sino que también ayudaba a su padre en los trabajos del campo, donde
en la milpa de la familia sembraban maíz y calabaza.
Llegó el tiempo de cosechar
el maíz y había que iniciar el trabajo de recolección, cuando de pronto llegó
una terrible tormenta que dejó por tierra gran parte de las mazorcas.
Su padre y sus hermanos se
abstuvieron de recoger el maíz que la tormenta había dejado por tierra, pues
sabían que no debían hacerlo pues la yehcacóatl se enojaría, porque a esta
culebra de agua no le gusta que los hombres traten de “cortar su cuerpo”
durante un aguacero o recojan el maíz que una tormenta tiró, y si se le
desobedece envía la terrible enfermedad llamada casihuistle.
Sin embargo, a Rigoberto se
le hizo fácil hacer su voluntad, y a pesar de que sabía que no debía hacerlo,
quiso ayudar a su padre y se puso a recoger la cosecha tirada en la tierra.
En esas estaba cuando vio
venir a la yehcacóatl en su dirección, y presto la partió en dos con su
machete.
Cuando el padre se percató
de lo que estaba haciendo Tolentino, corrió a impedírselo, pero fue demasiado
tarde, el muchacho ya había recogido una buena cantidad de mazorcas y la
yecacóatl le había enviado la funesta enfermedad al sentir que su cuerpo era
cortado.
En seguida, Rigoberto empezó
a sentir fuertes dolores en el brazos con que había cortado a la culebra y
recogido las mazorcas; la fiebre le subió a cuarenta grados, la vista se
le nubló, el vomito no le dejaba tregua.
A los tres días Rigoberto
Tolentino entregaba su alma a Dios, pues eso les sucede a las personas que no
tienen respeto por la terrible yecacóatl cuyo poderes mágicos pueden hacer
tanto mal.
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