Había una vez un músico que
se llamaba Tomás, tenía sesenta y cinco años y tocaba muy bien la guitarra con
la que se acompañaba para cantar.
En una ocasión iba por la
tarde caminando por el campo, muy acalorado por el fuerte sol. Quería llegar a
la ciudad de Linares, Nuevo León, para ver si ahí encontraba trabajo.
Tomás iba triste y cabizbajo
pensando en su mala suerte, pues a pesar de ser buen músico no le caían muchas
tocadas.
Siguió caminando un buen
rato con su guitarra a cuestas, cuando por el camino apareció un hombre a
caballo y vestido muy elegantemente como un rico hacendado.
Al verlo el extraño hombre
le preguntó lo que hacía por ese un tanto cuanto solitario camino, a lo que
Tomás respondió: -¡Señor, me dirijo a la ciudad de Linares a ver si alguien me
contrata para tocar en alguna fiesta o celebración, pues hace mucho que no
tengo trabajo.
A lo que el hombre bien
vestido replicó: – ¿Y dónde te gustaría tocar tu guitarra, si se puede saber? –
Pues en realidad no me importaría el lugar, siempre y cuando me pagaran, ¡creo
que hasta al infierno iría si me pagaran bien! -¿Pues vamos!, dijo el hombre
quien era nada menos que el Diablo en persona.
Tomás se subió atrás del
hombre en las ancas del caballo, Cuando empezaron a galopar el hombre le dijo
que cerrara los ojos y no los abriera para nada. Cuando llegaron al Infierno,
el Diablo le dijo a Tomás que ya podía abrir los ojos, y que se pusiera a tocar
inmediatamente, y agregó: -Cómo estás falto de dinero, toma tu paga por
adelantado. Y le entregó una bolsa repleta de monedas de oro.
Tomás empezó a tocar y
cantar feliz de la vida, pues aún no se había dado cuenta de que estaba en el
Averno.
Al escuchar la música y el
canto, todas las almas que se encontraban en el siniestro lugar se acercaron.
Entre ellas se encontraba el
alma de un compadre de Tomás que había muerto unos años antes, quien al verlo
le dijo: -¡Compadre Tomás, que andas haciendo por aquí, vete lo más rápido que
puedas, porque si no te vas a quedar penando con nosotros! Tomás, extrañado, le
preguntó: -¡Pero oiga compadre que tú no estabas muerto? -¡Sí, compadre, por
eso mismo vete inmediatamente de aquí! -¿Pero porque? dijo Tomás, -¡Es que no
te das cuentas que estás en los merititos infiernos!
Inmediatamente, Tomás
emprendió la retirada y logró escapar.
Con el dinero que la pagara
el Diablo logró vivir por mucho tiempo, se casó, y fue muy feliz, a pesar de
haber visto al Diablo y tocado sus canciones en el Infierno.
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