jueves, 31 de diciembre de 2015

TOMÁS EL GUITARRERO



Había una vez un músico que se llamaba Tomás, tenía sesenta y cinco años y tocaba muy bien la guitarra con la que se acompañaba para cantar.

En una ocasión iba por la tarde caminando por el campo, muy acalorado por el fuerte sol. Quería llegar a la ciudad de Linares, Nuevo León, para ver si ahí encontraba trabajo.

Tomás iba triste y cabizbajo pensando en su mala suerte, pues a pesar de ser buen músico no le caían muchas tocadas.

Siguió caminando un buen rato con su guitarra a cuestas, cuando por el camino apareció un hombre a caballo y vestido muy elegantemente como un rico hacendado.

Al verlo el extraño hombre le preguntó lo que hacía por ese un tanto cuanto solitario camino, a lo que Tomás respondió: -¡Señor, me dirijo a la ciudad de Linares a ver si alguien me contrata para tocar en alguna fiesta o celebración, pues hace mucho que no tengo trabajo.

A lo que el hombre bien vestido replicó: – ¿Y dónde te gustaría tocar tu guitarra, si se puede saber? – Pues en realidad no me importaría el lugar, siempre y cuando me pagaran, ¡creo que hasta al infierno iría si me pagaran bien! -¿Pues vamos!, dijo el hombre quien era nada menos que el Diablo en persona.

Tomás se subió atrás del hombre en las ancas del caballo, Cuando empezaron a galopar el hombre le dijo que cerrara los ojos y no los abriera para nada. Cuando llegaron al Infierno, el Diablo le dijo a Tomás que ya podía abrir los ojos, y que se pusiera a tocar inmediatamente, y agregó: -Cómo estás falto de dinero, toma tu paga por adelantado. Y le entregó una bolsa repleta de monedas de oro.

Tomás empezó a tocar y cantar feliz de la vida, pues aún no se había dado cuenta de que estaba en el Averno.

Al escuchar la música y el canto, todas las almas que se encontraban en el siniestro lugar se acercaron.

Entre ellas se encontraba el alma de un compadre de Tomás que había muerto unos años antes, quien al verlo le dijo: -¡Compadre Tomás, que andas haciendo por aquí, vete lo más rápido que puedas, porque si no te vas a quedar penando con nosotros! Tomás, extrañado, le preguntó: -¡Pero oiga compadre que tú no estabas muerto? -¡Sí, compadre, por eso mismo vete inmediatamente de aquí! -¿Pero porque? dijo Tomás, -¡Es que no te das cuentas que estás en los merititos infiernos!

Inmediatamente, Tomás emprendió la retirada y logró escapar.

Con el dinero que la pagara el Diablo logró vivir por mucho tiempo, se casó, y fue muy feliz, a pesar de haber visto al Diablo y tocado sus canciones en el Infierno.

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