A Niwan Pukuj, un demonio
personificación del mal que habita el Inframundo tojolabal, le gusta provocar
enfermedades y hacer que las personas cometan terribles pecados, sobre todo le
fascina realizar la “pérdida del alma”.
El poder de Niwan es tan
grande que puede adoptar la forma de cualquier animal, de un hombre o de una
mujer.
También puede convertirse en
monstruo antropomorfo con cuernos y gran cola. Algunas veces, este ser
diabólico aparece montado a caballo, tocado con un elegante sombrero y con
espuelas de plata labrada en los pies.
Es polifacético y temible.
Niwan Pukuj cuenta con
varios ayudantes, es justo decir que su preferido es Ch’in Pukuj, porque es el
más malo.
A él se debe la desgracia de
Isidro Domínguez, a quien C’hin le robó el alma en un alarde de maldad
desenfrenada.
Sucedió que Isidro hizo una
apuesta con sus amigotes. Querían saber si era tan hombrecito para caminar en
la noche por los lares en donde se solía aparecer Niwan Pukuj; si acudía al
lugar ganaría una botella de mezcal.
Dicho y hecho, por la noche
Isidro fue al bosque donde se aparecía el demonio mayor y esperó. A las doce en
punto se personificó Ch’in Pukuj como charro, ya que Niwan se encontraba algo
deprimido y envío en su lugar a su ayudante favorito. Al verlo, Isidro trató de
correr, pero fue inútil Ch’in le atrapó y le quitó el alma.
El joven anduvo varias
semanas débil, sin apetito, terriblemente somnoliento, pálido y con muchos
dolores de cabeza y fiebre; hasta que a la quinta semana murió, pues había
perdido sus esencias vitales importantes.
Isidro ganó la apuesta, tuvo
su botella de mezcal, pues acudió al lugar como acordado, pero salió perdiendo
algo más trascendente y fundamental: su tonalli.
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