jueves, 17 de septiembre de 2015

NARCISO MENDOZA, EL NIÑO ARTILLERO



Cuenta la leyenda que Narciso Mendoza, apodado el Niño Artillero, nació en el año de 1800 en la Villa de Cuautla, en el estado de Morelos.

Formó parte del batallón infantil de José María Morelos y Pavón el cual peleó junto a las tropas adultas de los insurgentes en la Guerra de Independencia contra los españoles, poco después de que fuera ocupado Cuautla de Amilpas en el año de 1811.

Así pues, Narciso perteneció a Los Emulantes, comandado por Juan Nepomuceno Almonte.

Cuando se llevó a cabo el sitio de Cuautla, el 19 de febrero de 1812 a las siete de la mañana, Narciso era muy pequeño, contaba con doce años.

En la batalla los soldados de Félix María Calleja, que llegaban a ocho mil, iban ganando; al ir a posesionarse de las fortificaciones del barrio de San Diego donde se encontraba Hermenegildo Galeana, el niño Narciso Mendoza tomó un cañón, lo cargó y lo disparó contra los realistas, ante el repliegue de las tropas de Galeana.

Al oír el disparo, las tropas de Calleja huyeron despavoridas, aunque el Niño resultó gravemente herido en el brazo por el sable de un dragón.

Este hecho permitió a Galeana organizar sus tropas y esperar la llegada de Morelos, Matamoros y Leonardo Bravo.

Terminada la batalla, Morelos nombró al Niño Artillero alférez del ejército. La batalla duró setenta y dos días.

El 2 de mayo de 1812, Morelos y su tropa rompieron el cerco realista de Calleja y ganó la pelea. Carlos María Bustamante en su Cuadro histórico de la Revolución Mexicana, nos informa:

Esta voz falsa de alarma alguien grito que había sido derrotado Galeana produjo también funestos efectos en otros puntos, pues afectados de pavor sus defensores abandonaron la artillería, y la plazuela de San Diego casi quedó escueta; sólo se vio en ella a un muchacho de doce años llamado Narciso: vínose sobre éste un dragón que le tiró un sablazo y le hirió un brazo; no tuvo este niño más efugio que afianzarse con una mano de un palo de la misma batería y con la otra tomar la mecha que estaba clavada en el suelo, dio casi maquinalmente fuego al cañón, que disparado en el momento más oportuno mató al dragón que le acababa de herir y contuvo al enemigo que avanzaba rápidamente.

Con tan fausto e inesperado suceso, volvió a su puesto Galeana, y quedó restablecido el orden.

Después de la acción, Morelos hizo que le llevasen a aquel jovencito, a quien asignó una pensión de cuatro reales diarios, que percibió hasta que se evacuó la plaza.

Poco tiempo después, el Niño Artillero pasó a las tropas de Morelos.

Obtuvo el grado de teniente coronel del Ejército Mexicano. 

Pasados algunos años, por luchar a favor del segundo imperio regido por Maximiliano de Habsburgo, junto con Juan Nepomuceno Almonte, fue desterrado del país.

Pasado el tiempo, y ya a punto de morir, regresó a su natal Cuautla.

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