Hace muchos años en el
estado de Chihuahua vivía un camionero llamado Roque que tenía una esposa con
la que era muy dichoso.
La esposa, doña Clarita,
esperaba un bebé. El camionero manejaba un enorme tráiler en el que distribuía
mercancía de todo tipo, de ciudad en ciudad, para una importante empresa de
transporte.
Un mal día sufrió un
terrible accidente carretero en el que perdió la vida.
Los chihuahuenses refieren
que muchas personas han visto por las carreteras, cuando se detienen a
descansar a un costado del camino, a un tráiler que para su corrida junto a
ellas y del que desciende un camionero con expresión muy mortificada, se acerca
a la persona o personas, y en tono verdaderamente angustiado les pide que por
favor le lleven un paquete, o a veces dinero, a su esposa Clarita que vive en
una ciudad cercana, y que está pronta a parir un hijo.
Aclara que él quisiera ir a
entregar a su mujer el dinero, pero que desgraciadamente tiene que llevar una
carga muy importante a una ciudad que se encuentra a muchos kilómetros de
distancia.
Como el trailero está tan
angustiado y la pena se le nota a leguas, pues hasta los ojos los tiene
arrasados de lágrimas, la persona acepta cumplir con el encargo.
Cuando tiempo después la
esposa Clarita recibe al mensajero en su casa, siente lástima y consternación
cuando tiene que aclararle que hace más de veinte años que se marido pasó a
mejor vida. Inútil es decir que la caritativa persona se lleva el susto de su
vida cuando se da cuenta de que se ha topado con un espíritu del más allá.
Sin embargo, su terrible
susto no es inútil, pues pasado un cierto tiempo, él y su familia se dan cuenta
de que sus preocupaciones y problemas han mejorado de forma notable.
Pero si por alguna razón
algunos se negaron a cumplir con el encargo del trailero, pierden su fortuna y
se enferman hasta morir.
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